El tiempo pedido fue perdido y despues de una pausa, el juego sigue en movimiento. El tiempo que no existe, no existió, el tiempo entre nosotros que es una mentira.
Patear el tablero, saltarse de la corriente, barajar y dar de nuevo. Cambiar.
Facultad, grupos de amigos, casa, modo de vida, cartas nuevas.
Cambié. Y sin embargo no paraban de tocarme las mismas cartas. En todos lados, en cada juego, tu cara se hacía presente. Esa carta que me jugaba una mala pasada y hacia que perdiera.
Me hubiese gustado nacer un 29 de febrero, quizás ahí por causa y efecto del destino evitaba conocerte. Encambio así como si nada, sin tocar la puerta, entraste y como una cebolla, lechuga, o repollo, capa tras capa, me descubriste, me desnudaste, hasta llegar a mi nucleo, mi corazon y conocer todos mis secretos, mi verdadero yo.
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