viernes, 12 de junio de 2015

Rota

Ella se rompía como la rueda de una bicicleta: con pequeños agüjeros y pequeños pinchos. Se desinchaba, quedaba blanda y frágill. Quedaba en la nada. Porque ella era eso: Nada. 
Era nada que escupía todo por la garganta, pero nadie la oía. Porque nadie quería escucharla y nadie la entendía. Y gritaba, gritaba bien fuerte alrededor de mucha gente, pero nadie la miraba y mucho menos, la escuchaba, porque ella era como una bici rota, y una bici rota, no sirve.
Pero seguía andando con la bici pinchada, pedaleando más fuerte, porque cuando pinchaste y no tenes aire, cuesta más y miraba al cielo, sabiendo que ya no quedaban estrellas para ella. 
Ella se cansó de gritar al vacío, se canso de escupir todo por la garganta y quedarse sin nada, o al contrario, se cansó de que le duela la garganta, ese nudo que te queda por no decir las cosas y quedarse con todo. Se cansó de pensar, pero peór, se cansó de ella misma. Se cansó de pedalear sola, sin rumbo alguno.
Ella se cansó de ser una bicicleta rota y frágil.
Se cansó de ser la sola, rota y descocida. 

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